jueves, 26 de marzo de 2020

Seis Sesenta y uno.





El año repartido entre sesenta y una  seimanas de seis días, doce meses con cinco seimanas, siete de treinta días y cinco con treinta y un día, (365) treinta y dos para año bisiesto, o bien repartir a otro mes el día excedente, que no caiga siempre en el mismo, incluso estirar uno de los que cuenten con treinta.

Aquí convendría que un consejo de sabios llamado referendo popular, pudiese llegar a cuestionar dicha actualización del calendario.

En la semana de siete días, estos son dotados de muy diferente valor, sobre todo para el contingente en periodo escolar y laboral. A su vez pierde influencia para colectivos en periodo de jubilación.
Así un lunes suele ser más llamado aguafiestas que un viernes con sus connotaciones euforizantes, para gran cantidad de personal. De la misma manera los miércoles y jueves laborales, no son recibidos con el mismo agrado que los sábados y domingos. Como en todo hay excepciones , se citarán algunas :
Comparecen en fines de semana:
-El Papa, demás ministros y otras figuras de la iglesia católica.
-Los pilotos del campeonato mundial de motocicletas.
-Los pilotos del circo de la fórmula 1
-Los Futbolistas mejor pagados.
-Las  finales de tenis, ciclismo, etc.

-Desfavorablemente, la hostelería se ve cargada con trabajo extraordinario; Siendo todo trabajo digno, los mismos derechos laborales con su correspondiente agradecimiento en retribuciones horarias y dinerarias debiere ofrecer a quien friega platos en un restaurante y al/a oficinista que se los come en dicho establecimiento..

La seimana de seis días, sería según gran número de estudios, altamente eficiente respecto a la de siete. La organización autónoma, bien sea país, región que lo adopte para sus adentros, gozará de ventajas internas en primer orden y competenciales frente a sus extranjerías por añadidura.

Redistribuir el trabajo en función de jornadas, de manera que la administración no cierre ningún día salvo los especiales*, alternando  tres días de tarea con tres de uso propio, parece más atractivo que faenar de lunes a viernes y parar los días restantes. Aunque puede que no tod@s lo consideren igual de ventajoso.
En la escuela, aulas que soportan por ejemplo 30 alumnos por curso, pasarían a albergar a 15 aunque para ello hubiese que aumentar ligeramente el numero de docentes. Si lo que se buscase fuese rentabilidad económica o calidad de enseñanza, cada opción se optimizaría según criterio. Y así infinidad de fábricas, incluso pequeñas empresas unipersonales, encontrarían un nuevo marco laboral más libre y satisfactorio.

Si quienes tienen el poder de gobernar para la mayoría, en lugar de vivir como, por y para ella, se dedican a vivir de esa mayoría, de manera aventajada, difícilmente van a comprender y obviamente no querrán defender los derechos de la marea humana que los sustenta.

La respuesta a esta oportunidad de cambiar aspectos fundamentales de nuestra cotidianidad sin tener que levantar o derruir puentes ni murallas, ha de venir desde las bases e ir cogiendo altura con el beneplácito y la reivindicación popular. 
Al mismo tiempo, cuestiones fundamentales vitales: implicación y respeto por la ecología, optimización en aprovechamiento de recursos compartidos, movilidad, servicios públicos, tele-trabajo, etc, contribuyen a la modernidad y bienestar de la comunidad, estado, nación.

La ocasión se pinta de verde. Ahora es una muy buena oportunidad, cuando nos hallamos en un túnel y siempre es incierto lo que encontraremos al final.
Para muchos, lo normal será salir en una casilla muy parecida al día anterior al macro encierro.
Corren buenos vientos para el cambio. La seimana de seis días, el fin de los fines de semana y el principio de un nuevo comienzo. ¿Vamos? 

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